Históricamente, la comunicación siempre ha sido un arma al servicio del poder, pero en estos tiempos su uso gana peso en las estrategias de los gobiernos. El presidente de Rusia, Vladímir Putin, y el de Estados Unidos, Donald Trump, se han convertido en paradigmas de la guerra cognitiva, el uso de propaganda y desinformación como un arma más: "Se trata de persuadir, de poder manipular a la gente como si fuéramos como rebaños", explica Mónica Matellanes, profesora de Comunicación de la Universidad Europea Miguel de Cervantes.
Utilizan estrategias de comunicación como paso previo a otras acciones militares, políticas o comerciales. El presidente de Estados Unidos utiliza una herramienta que los expertos definen como la manguera de falsedades: "Son mensajes e imágenes cortos, con una narrativa más emocional y que se repiten continuamente". En el caso de Rusia es paradigmática la guerra memética, es decir, la difusión de memes en redes sociales para desacreditar a rivales e influir en la opinión pública: "Utilizar memes de forma caricaturesca para descontrolar al adversario y ridiculizarlo", afirma Matellanes.
En España no somos ajenos a estas acciones de guerra híbrida, como vimos durante el proceso independentista catalán: "Todos, a día de hoy, sabemos que Putin estaba respaldando esos mensajes de Puigdemont".
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